La resistencia
Cuando tratamos de hacer un gran cambio en nuestra vida, siempre encontraremos una fuerza, una “resistencia”, que no es más que una lucha interna (fuerte e intensa) para resistirnos (de ahí el nombre) al cambio para que todo siga “igual”, aunque “igual” ya haya caducado mucho tiempo atrás. Esta fuerza no es mala, simplemente es natural como el paso del tiempo. Es un mecanismo de protección pero de no saberla manejar se puede traducir en quedar estancados no solo hoy, sino hasta la eternidad.
La resistencia la podemos ver como sinónimo de progreso, de que hay un miedo, reto, objetivo, algo que debemos de vencer. Nuestra mente nunca se resistirá a lo fácil, no nos podrá barreras cuando se nos ocurre un descanso o una actividad de ocio, si lo hará cuando queramos dejar atrás un mal hábito, conquistar un “imposible” o expresar a esa persona que queremos, que la queremos.
Aprendamos a vivir con la resistencia, veámosla como indicador de progreso y acostumbrémonos a afrontarla, a no vivir cómodos, a continuar en crecimiento.
Resistamos vivir una vida promedio, demos la bienvenida a toda lucha que al final nos de eso que tanto queremos: la sensación (que más bien se traduce en seguridad) de una vida bien vivida donde no existe “me rindo”.