Donde existe vida existe ritmo: Hay estaciones para todo

Como es arriba es abajo, dicen. La tradición hipocrática asume: “El hombre es un microcosmos que está en correspondencia con el macrocosmos”.


Esto es: no somos seres aislados de los cambios que cada año nos llevan a fluir con las estaciones. Ya en la Medicina Tradicional China se alude a cómo nuestros cuerpos flutúan con la naturaleza.

Por: Rocío Moreno

La alternación de las cuatro estaciones se rige por las leyes de nacimiento en primavera, crecimiento en verano, cosecha en otoño y reserva en invierno. Es más, según SHANSHAN RUOSHUI:

“Donde existe vida existe ritmo. Tienen ritmo nuestra palpitación, respiración, sueño y hasta el estado de ánimo. El ser humano nace y crece en un mundo formado por el cielo y la tierra, no se puede pasar sin naturaleza. Generalmente, el ritmo de la vida corresponde a las leyes de cambio del movimiento de la naturaleza, o sea, cambia a la par del clima y las estaciones del año. Muchos factores están interrelacionados con el ser humano, así como que los planetas giren sobre sí mismos y alrededor del sol, la alternación de las cuatro estaciones, la luna llena o menguante, la salida y la puesta del sol, así como la marea ascendente y descendente, etc. Por tanto, es esencial volver a nuestro entorno y mantener armonía y orden entre el ser humano y la naturaleza para preservar un buen estado”.

Hay una especie de danza cósmica entre el ying y el yang, entre la luz y la oscuridad que, sabiamente, nos hacen movernos (o pararnos) en estos 365 días. Existen cuatro pasos básicos en ese baile en el que nos vemos envueltos y que venimos en llamar las cuatro estaciones marcadas por puntos astronómicos como son los dos solsticios ylos  dos equinoccios. Y, sin ser tú consciente, tu cuerpo se adecúa y se amolda a los ritmos que tenemos que permitirnos con cada primavera, verano, otoño e invierno.

PRIMAVERA:

La primavera es como el amanecer… Para ella TODO son proyectos de futuro: está creando un maravilloso plan de acción. Y nosotros desplegamos con ella un optimismo que habíamos dejado enfriar en los meses anteriores. Hay una especie de “ansiedad” por “empezar” algo nuevo. Nos altera (¡y de qué manera!), dando rienda suelta a la líbido y a la necesidad de movimiento físico y mental. Según dicen, suelen ser buenos momentos para:

  • Comenzar actividades al aire libre, viajar o estudiar.
  • Practicar ayunos o dietas depurativas.
  • Comer fruta del tiempo.
  • Controlar los repentinos cambios de frío/calor.
  • Ejercicios tendinomusculares (estiramientos, ejercicios energéticos por la mañana, etc.)


VERANO:

La extroversión, la alegría, la vida… Todo es exultante. Todo aflora, todo refuerza nuestro estado de ánimo. Vivimos a flor de piel. Hay que relacionarse, salir a la calle, descansar en las horas centrales del día y darle a nuestro cuerpo-César lo que es del César.

  • Comer frutas y verduras ricas en agua.
  • Bañarse frecuentemente.
  • Cuidarse y mimarse con siestas (¡qué bendición!)
  • Darte el capricho de largas conversaciones y paseos después de cenar.
  • Controlar el egocentrismo.

…Hasta se nos permite acostarnos tarde. =)


OTOÑO:

En este ciclo coherente de vida, llega el momento para la reflexión… Cuando aparecen las primeras bajadas del termómetro, las lluvias… apetece volver al nido, al arrullo de la familia y sacamos nuestro lado más hogareño. Suele ocurrir que nos “cansamos” de la fiesta y la Jauja del verano y tendemos a interiorizar. Y es ley y tiene su explicación la caída del cabello, puesto que al “retirarse” la sangre de la piel, uno de sus efectos inmediatos es precisamente ese. ¿Qué nos pide el otoño?

  • Recuperar la capacidad de dormir por las noches.
  • Lavados de colon y alimentos purgantes para eliminar los excesos del verano.

Controlar los problemas de adaptación que pueden derivar en resfriados, asma o estreñimiento.

NVIERNO:

El cierre de ciclo, nos pide un viaje interior. En contrapunto con el verano, nos cuesta salir y relacionarnos. Es un hecho. En invierno, mejor en casa. A veces, son tantas las ganas de dormir que nos sorprendemos un domingo sin habernos quitado siquiera el pijama: nosotros también invernamos. En ese “dejarnos mimar”, siempre podemos:

  • Comer platos calientes, sabores picantes y salados.

Es MUY IMPORTANTE el descanso: si se descansa bien en invierno, no se padece de astenia primaveral y se dispone de energía para volver a iniciar el ciclo.

A grandes rasgos, hemos de entender que nuestro cuerpo y nuestros ciclos de vida no pueden ir desligados de los ciclos naturales. Al fin y al cabo, somos naturaleza y debemos ofrecernos todo aquello que necesitemos. Basta con escucharte y descubrir qué quiere decirte tu cuerpo. Él es sabio y no te engaña, por tanto cuida tu templo y ámalo, porque es el único que tienes.

Por cierto, hablando de las estaciones… ¿Tienes tú trucos, rituales o algo parecido para cada cambio de estación? ¡¡Me encantaría conocerlos!! Recuerda que, ahí abajo, en tus comentarios, siempre es un placer conocerte un poco más cerca.

BienestarRocío Moreno